lunes, 3 de noviembre de 2008

Nada

No le iban a dar nada. Y nada, en esto caso, significaba nada: nada de becas, nada de más horas de italiano, nada de una posible movilidad a Italia, porque Trieste este año no ofrecía su curso, nada de nada.

¿Qué le había hecho al mundo? ¿Valía la pena su inversión? Tal vez no, pero ya no podía hacer nada por cambiar la situación, solo luchar, luchar consigo misma, con todas sus fuerzas, para demostrarle al mundo entero que a pesar de las trabas, lo conseguiría, aunque cada día dudaba más de ello.

Era autónoma, no le dieron ninguna explicación para denegarle la ayuda económica, pero probablemente fue por ese motivo, por el mismo que el Ministerio de Educación español deniega las becas a los hijos de autónomos, con la asunción de que son personas que se ganan extraordinariamente bien la vida. ¡Qué injusto! El Estado blinda a los trabajadores, y desprotege a los que realmente dan de comer a otros tantos: a los autónomos, a los que en su día pasaron penas, y tal vez las siguen pasando, por luchar por un sueño, por crear empleo, ese empleo que tanto preocupa al Estado, pero por el que el Estado no hace absolutamente nada.

¡Qué pena y qué vergüenza!

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