jueves, 4 de diciembre de 2008

Miedos absurdos

un disparo. Le había parecido el sonido más aterrador que jamás hubiera escuchado. A lo lejos. No se había atrevido a acercarse. Huyó. Salió corriendo despavorida. No se lo comentó a nadie, porque nadie debía saberlo, no en aquel barrio.

un chico grita desesperado. ¡Socorro! ¡No me hagáis daño! ¡Basta!
Nadie de los que pasean por la calle le presta la más mínima atención. A los que implora misericordia, no les importa en absoluto. Ni tan siquiera saben cómo se llama. Esa es su misión de hoy.

la prensa del día siguiente. Un café humeante que se quedará frío, al lado de un cigarrillo que se consumirá solo en el cenicero. La chica que no quiso ir, la que salió corriendo asustada, ésa, leía en el periódico que su mejor amigo había muerto en manos de unos chiquillos fanáticos al rol.

No hay comentarios: