lunes, 20 de octubre de 2008

Solitaria soñadora

Dormía arrugada, en una esquina del sofá. Soñaba sin compartir sus sueños, sólo emitía algún que otro ruidito de placer. ¿En qué estaría soñando? No podía vivir ya más sin saber qué ocupaba la mente de ese ser que ahora yacía inerte en su sofá.

¿Soñaría con las moscas que había cazado aquel día? ¿Soñaría con un buen bol de comida? ¿Soñaría con trepar por la ropa de los armarios de su nueva casa? o tal vez ¿soñaría con ocupar la cama entera para ella sola?

J. se preguntaba qué haría esa pequeña bola de pelo blanco y grisáceo durante sus ausencias. En realidad, no le importaba en absoluto, sabía que Wii era feliz, por fin.

Ahora le preocupaba, aunque le encantaba, la dependencia que tenía de ella, pues la gata la perseguía a todos los rincones de su pequeña casa, convirtiéndose en su sombra, hasta el punto de que si J. se levantaba del sofá para ir a asearse, ese diminuto ser, con su diminuto cerebro de garbanzo, se despertaba, emitía un sonido de extraña felicidad mientras hacía sus estiramientos rutinarios, y se encaminaba hacia el lugar donde su mami se encontraba.

¿Estaría soñando acaso en eso? Ahora lo comprobaría.

2 comentarios:

Paul Spleen dijo...

En la entrada anterior, se te ha olvidado comentar que R. se bebió la mitad del Sangre de Toro, 2 ó 3 calichazos de la crema de ron miel y un par más de leche rizada. ;o)

Ascilto dijo...

Imagino que W. perdió su faceta de guerrera (que tanto me esforcé en mantener viva) y ahora es sólo ternura.
¡Bien por ella y por J.!