martes, 29 de julio de 2008

El clús de los idiotas

¡Cómo detestaba a esa prole de idiotas que merodeaban por las playas del país con las gafas en la nuca! Había intentado analizar el por qué de semejante comportamiento, pero era incapaz de darle una explicación lógica a todo eso.

Tras años de minucioso análisis de las características humanas de dichos seres, Q. había llegado a la conclusión de que sólo podía tratarse de seres con un grandísimo ego, tan grande que, sin darse cuenta, los ojos del otro se les habían desplazado hasta la nuca, lugar insólito para llevar, de adorno, un par de gafas de sol marca Gucci, y muestra fehaciente del amor profesado por su otro yo. ¡Ojalá se les quedaran pegadas para la eternidad!

¡Idiotas!

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